lunes, 25 de octubre de 2010

LA MUERTE Y EL VELORIO

La muerte es para la comunidad el fin de la vida y del gozo, es el llamado de dios para dar fin a nuestra estancia en la tierra. La muerte es la liberación del alma, del alma que se va a la otra vida, dicen los ancianos.
La muerte de un ser querido es para la comunidad  momento de tristeza y silencio y cuando ello sucede, un familiar se va en busca de un fiscal para que toque la campana de una forma especial a causa del fallecimiento, son tres repiques  los que se dan; luego se busca a las autoridades para que organicen a la banda  para la ceremonia, también se busca a los rezadores para ponerse de acuerdo en la hora en que se realizará el velorio.
Los fiscales se encargan además de llevar cuatro candeleros, el sahumerio (copal y braza) y cuatro velas, una cruz negra de madera, esta depende de la edad de la persona que haya muerto; por ello si es un niño es chica, si es un adulto mediana y si es un anciano es grande, esta cruz tiene un significado y simboliza que Jesús murió clavado en la cruz por nosotros los pecadores, esta cruz debe estar colocada en la cabecera de la caja del difunto, mas tarde bañan al muerto personas de su mismo sexo, solo en el caso de los niños son los padrinos quienes se encargan de bañarlos. A los niños se les compra una mortaja blanca y a las personas adultas las visten con su misma ropa (la que más les gustaba, la más nueva o la que piden en vida) y así se cumplen su voluntad. Después, los familiares acomodan una cama de tablas cubierta con una manta blanca en algún lugar de la casa, normalmente en donde hay más espacio, ahí acuestan a la persona que ha muerto y la tapan con la manta blanca, antes rocían agua bendita en forma de cruz, le amarran los dos dedos gordos del pie para juntarlo y se lo desatan hasta que se entierra. Alguien de la familia tiene que ir a dar aviso al centro de salud para que le pongan un medicamento al difunto con el fin de que no huela mal en los 2 o 3 días siguientes  durante los cuales la familia espera a algún familiar de fuera. Las personas de la comunidad acompañan a la  familia para estar apoyándola para minimizar un poco su dolor y tristeza. Las personas asistentes  llevando veladoras, flores, azúcar, sal, café molido, fríjol, etc.; por la noche se hace un rosario al que asiste la banda filarmónica y tocan unas melodías (“Dios reina del cielo”, “Si me levantaré”, “Perdón o Dios mío”). También se matan pollos para darle de comer a la gente que asiste (rezadores, banda, y gente de la comunidad). Al terminar el rosario muy poca gente (voluntarios)  se quedan durante la noche a acompañar a la familia a velar al difunto, esto es durante el primer día. Al segundo día (es la misma rutina y se entierra al tercer día). Se acostumbra cavar la fosa el día previsto para el entierro, porque según la creencia así está limpia, sin demonios; en la cavada de la fosa participan voluntarios, no familiares del difunto, o los mismos voluntarios  acomodan al fallecido dentro de la caja, a si como también su ropa, huaraches y en general sus pertenencias personales, de igual manera le rocían agua  bendita y se realiza una oración como despedida de su casa. También se cuenta con la presencia de la banda filarmónica. El día del entierro se acostumbra llevar al difunto al templo para después ser llevado al panteón, en ocasiones pasan a la casa de algún familiar (si así lo desea el familiar) o hasta la agencia municipal (por ser anciano o por el año de su servicio) tocan una marcha fúnebre, el pueblo lo acompaña con veladoras, velas y flores hasta el panteón, mismos que se depositan ahí, estando en la fosa, se hace una última oración con el fin de despedirse  del pueblo en donde vivió y creció.
Los familiares con llanto y dolor se despiden de su ser querido porque será la última vez que lo verán físicamente, los hombres se apoyan de dos cuerdas que pasan debajo de la caja para meterlo a la fosa, el cual cubren con tierra, la gente  que lo acompaña  y familiares arrojan un puño de tierra y flores, mientras tanto, la banda lo despide con varias melodías (“Dios nunca muere”, “Cruz de olvido” y “Golondrinas”). Finalmente, en la parte superior   (cabecera) le colocan una cruz en señal de que en ese lugar está enterrado un ser, en ese momento los familiares invitan a la gente para que los acompañen al inicio del novenario (días de rezo por el alma del difunto) cada noche al termino del rezo se reparte café, chocolate, pan o galletas, esto lo donan los familiares. Solamente el último día del novenario se hacen tamales, mismos que se reparten al final, donde se levanta la cruz en la que está escrito el nombre, fecha de nacimiento y día del fallecimiento del difunto. Al día siguiente, se lleva la cruz al panteón al igual que las flores y velas que quedaron en el lugar donde se realizo el rezo. De regreso a la casa se limpia todo y solo se dejan las veladoras  prendidas hasta que se consuman todas por completo. Más tarde se coloca un moño negro en la entrada de la casa con motivo del luto.
Al cumplir 40 días de fallecido, la gente del pueblo (voluntarios) donan pollos para hacer tamales y celebrar un rosario, por la noche, con motivo de recordarlo y desearle un descanso en paz al lado del ser mas bueno del mundo, Nuestro Padre Dios.
Al cumplir el primer año se hace lo mismo, así durante tres años, pero en esas ocasiones es más familiar.
Durante el año en que muere se recuerda en Semana Santa (viernes santo); cuando se realiza el recorrido al calvario, se pasa a la casa del difunto donde le hacen una pequeña oración.
Cada quien recuerda a sus seres queridos en el día de Todos los santo  (día de muertos) poniendo en su altar su comida favorita, fruta, cerveza, mezcal, dulces, en fin todo lo que más le agradaba. Esto sucede únicamente con la gente católica  porque aquí también existen otras religiones diferentes.[1]


[1] Información proporcionada por Eufrasia Vargas, Olegario Espino, Placido Jiménez.

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